el insólito vacío de la calle juárez
—Jesús de León—
Fotografía de Carlos E. Martínez Mirón.
Esta sí es una imagen de veras insólita. Estamos en pleno corazón de la ciudad, la esquina que forman las calles Hidalgo y Juárez, frente a la Plaza de Armas, donde se levanta la siempre egregia Catedral de Saltillo.
Lo insólito de esta imagen consiste en su absoluta desolación. No parece una hora muy tardía de la noche y, sin embargo, no se ve circular por las calles ningún coche, ninguna persona. ¡Ni un alma! Cualquier habitante de nuestra ciudad puede comprobar sin esfuerzo que está en una de las calles con mayor actividad. Abundan los coches, fluye en todas direcciones una ininterrumpida afluencia de pobres, no faltan incluso los perros, los gatos, para no hablar de las palomas que rondan por la plaza y se posan sobre los edificios circundantes. Pero, oh maravilla, los coches desaparecieron, los pobres se fueron, los perros corrieron, los gatos se escondieron y las palomas dejaron su palomar en el olvidoooo…
¿Qué pudo provocar tan espeluznante fuga? Algo en realidad muy sencillo. Si se fijan bien, en la esquina de la Catedral una mano piadosa colgó un letrero en el que aparece la cordial imagen del papa Francisco con una leyenda que dice: “Dios ama al que da con alegría” o lo que es lo mismo: “Arrepentíos, pecadores: llegó la hora del diezmo”. O como le dijo el marido a la esposa durante la noche de bodas: “¡No me las des llorando!” Y ya sabemos cómo es la proverbial generosidad de los saltillenses (donde, hasta los regiomontanos con toda su fama de codos son considerados manirrotos). Lo más probable es que, al momento de ver colgado el letrero, el escenario citadino se despoblara como por arte de magia. El personaje encargado de poner el letrero, acaso pensó: “Si bien le dije al señor cura que este letrero teníamos que ponerlo adentro de la iglesia, cerca de los cepillos (urnas donde se echan las limosnas) porque de otro modo los feligreses no se dejan cepillar.
Y si esta no fuera la explicación, que acaso a algunos les parezca irrespetuosa, yo me pregunto: ¿qué otro hecho podría provocar tan insólito vacío en la calle? ¿La resurrección de Adrián Rodríguez? Juzgue usted.