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Una postal de don Artemio

¡Véngase, don Rafael!

Le mando saludos cariñosos desde esta gran ciudad. ¡Querer es poder! Se lo digo porque haga por venir a estas tierras, ahora que ando yo por ellas. Verá cosas un poquito mejores que las de Saltillo y Ramos Arizpe. ¡Véngase! Artemio. Toledo, 1921.

 

FUENTES:

UIAS, AM, F Valdés Narro, c1, tp 216, 001.

UIAS, AM, F Valdés Narro, c1, tp 125, 002.

En esta fotografía, tomada al comienzo de su carrera diplomática, don Artemio se retrata al interior de lo que parece ser una mezquita o un templo de la época Mozárabe, probablemente en la región de Andalucía, en una ciudad como Granada o Córdova. Es como si don Artemio se hubiera retratado en el equivalente arquitectónico de su estilo literario: abigarrado, preciosista hasta el mínimo detalle y, sin embargo, dueño de una armonía y una unidad intachables. Como puede verse, su gesto orgulloso parece decirle a quien lo mira: “Poned atención, yo soy capaz de esto y más”. Y confesémoslo hidalgamente: el viejo cumplió. Jesús de León.

Andan en extremo despistados quienes supongan que don Artemio vino al mundo en 1325 o en 1519, pues nació en 1888 en la ciudad de Saltillo —lo que fue la Nueva Extremadura. A los quince años ya había hecho sus estudios primarios concurriendo al Colegio de San Juan —jesuitas, latines— y al Ateneo Fuente. En 1903 va a la capital a cursar Leyes. Quebrantos de salud llévanle a San Luis Potosí a continuarlos. Vuelve a la ciudad natal, donde recibe el título de abogado; siempre tuvo tratos de lo más sumario con la profesión y juraríamos que no recordaba en cuál de sus muebles yacía aquel pergamino. Le acaece entonces, a los veintitantos, uno de esos milagros bastante comunes en el medio mexicano: lo hicieron diputado, y ni siquiera por Coahuila, sino por el remoto estado de Chiapas. ¡Bendito seas Dios! / Antonio Acevedo Escobedo, “Años y obras de Artemio de Valle-Arizpe”, Revista Coahuilense de Historia, Núm. 2, julio-agosto, 1978, p. 38.

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