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¿restaurar? No cualquiera

—Jesús de León

Cuidando monumentos

Conjunto escultórico. Plaza San Esteban de la Nueva Tlaxcala en Saltillo. Fotografía de Carlos E. Martínez Mirón.

Hace siglos se exterminaba a los indios en estas tierras; ahora, se les restaura (en efigie se entiende).

 

Nos referimos, por supuesto, al conjunto escultórico sobre la fundación de San Esteban que está a espaldas del Palacio de Gobierno. En la foto vemos a un par de empleados trabajando en la estatua, esa en la que un indio, un español y un fraile agachan dócilmente la cabeza para que les den su manita de gato.

 

El gesto de los tres denota preocupación, actitud que, admitámoslo, no es reprochable. Ya vieron lo que le pasó al confiado y sonriente emperador Carlos IV, cuando restauraron en la Ciudad de México la estatua del Caballito. El pobre equino de metal parecía un berrendo, con la cola de un color y las orejas de otro. Para que vean que unos sufren por la pátina y a otros nomás les patina.

 

Tomemos en serio a nuestros monumentos; cuidémoslos, para que ellos no tengan que decir, como Jesucristo, “perdónalos, Señor, no saben lo que hacen”.

 

Aquí sí sabemos lo que hacemos. ¿Verdad, señores del Gobierno? 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El caballito es una estatua en bronce en honor al rey Carlos IV de España. Fue diseñada por el escultor y arquitecto Manuel Tolsá y se encuentra frente al Palacio de Minería de la Ciudad de México.

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