En el 750 aniversario del nacimiento de Dante
A la memoria de Guillermo Fernández (1932-2012)
Italia esclava
(Purgatorio VI, 76-151)
En este pasaje de La Divina Comedia, Dante y Virgilio llegan a ese recodo de la montaña del Purgatorio destinado a las almas muertas violentamente y convertidas a Dios en el último instante. Allí Virgilio se encuentra con el trovador Sordelo, nacido como él en Mantua. Al ver que estos dos coterráneos se abrazan cordialmente, Dante da rienda suelta a su indignación y le reprocha a una Italia dividida sus conflictos y sus males. Las críticas que hace sobre la situación política de su época y en particular de Florencia, ciudad natal del poeta, leídas en el actual contexto mexicano, tienen para nosotros una sorprendente actualidad. / S.C.
Ilustración: Gustave Doré.
¡Ah, Italia esclava, albergue del dolor,
nave sin timonel en la tormenta,
dueña –no de provincias– de burdeles!
Aquella alma gentil fue presurosa,
por el dulce sonido de su tierra,
a festejar a su conciudadano.
Y ahora sin pleito en ti no están tus vivos
y mutuamente se devoran esos
que un mismo foso guarda en igual muro.
Busca, mísera, en los alrededores
de tu playa y después mira en tu seno
si una parte de ti goza de paz.
¿De qué sirvió que el freno te impusiera
Justiniano[1], si está vacía la silla?
Fuera menor sin él tamaño oprobio.
Ay, gente que debieras ser devota
y dejar en la silla quieto a César
si bien captaras lo que Dios apunta.
Mira cómo esta fiera se ha enconado
al no estar por la espuela corregida
desde que echaste mano de las riendas.
¡Oh tú, Alberto alemán[2], que la dejaste,
al verla tan salvaje y tan indómita,
debiendo reforzarle los arzones!
Hasta tu sangre caiga desde el Cielo
justo castigo y sea tan evidente
y nuevo, que tu sucesor le tema.
Que ya habían soportado tú y tu padre,
alejados de aquí por la ambición,
que el jardín imperial desierto fuera.
Mira a los Capuleto y los Montesco,
Monaldi y Filippeschi, hombre indolente,
aquéllos tristes, éstos suspicaces.
Ven, despiadado, y mira la opresión
de tus nobles, atiende sus dolencias
y mira cuán oscura es Santaflora[3].
Ven a ver que tu Roma llora viuda
a solas y que exclama noche y día:
“César mío, ¿por qué no estás conmigo?”[4]
¡Ven a ver cuánto se aman las personas!
Si de nosotros nada te conmueve,
ven para avergonzarte de tu fama.
Déjame preguntarte, oh sumo Júpiter[5],
por nosotros aquí crucificado,
¿vuelves tus justos ojos a otra parte?
¿O estabas preparando en el abismo
de tu mente algún bien que por entero
nuestro intelecto comprender no puede?
Las ciudades de Italia están repletas
de tiranos e intenta ser Marcelo[6]
todo villano que entra en un partido.
Puedes estar feliz, Florencia mía,
con esta digresión, que no te toca
gracias a que tu pueblo es ingenioso.
En muchas almas la justicia es lenta
por no tomar el arco sin consejo,
mas tu pueblo la exhibe a flor de labios.
Muchos otros rehúsan puestos públicos,
mas tu pueblo solícito responde
sin que lo llamen. Grita: “Los acepto.”
Alégrate, que tienes buen motivo:
¡eres rica, pacífica y sensata!
Si soy veraz, los hechos no lo oculten.
Pues Atenas y Esparta, que dictaron
la ley antigua, tan civilizadas,
dieron del buen vivir un pobre ejemplo
comparadas contigo: tan sutiles
decretos hilas, que a mediar noviembre
no alcanza lo que octubre había tramado.
¡Y cuántas veces, desde que hay memoria,
leyes, moneda, oficios y costumbres
cambiaste, renovando pobladores!
Si quieres recordarlo y ver la luz,
sabrás que te pareces a la enferma
que no se siente a gusto entre almohadones
y dando vueltas su dolor disfraza.
Dante Alighieri
(Versión de Sergio Cordero)
[1] El emperador Justiniano (482-565) compiló las reyes romanas para ordenarlas en un Corpus.
[2] Alberto I de Austria, hijo de Rodolfo de Hasburgo, fue emperador de 1298 a 1308. Se preocupó de los asuntos de Alemania, pero descuidó los de Italia.
[3] Santaflor o Santaflora era el condado de los Aldobrandeschi. Los señores gibelinos de Santaflora debieron ceder a los de Siena parte de sus fortalezas.
[4] Cuando Dante escribía la Comedia, los papas estaban en Aviñón.
[5] Entendido aquí como Jesucristo, “rey del verdadero Olimpo, que es, para Dante, el Paraíso” (Ángel Crespo).
[6] Claudio Marcelo, cónsul romano partidario de Pompeyo y adversario del emperador Julio César. Representa, por lo tanto, a los enemigos del Imperio.
Bibliografía
Dante Alighieri, La Divina Comedia / La Vida Nueva, traducciones
de Juan de la Pezuela, Conde de Cheste y Francisco Almela y Vives, respectivamente; estudio crítico de Mariano Roca de Togores, Marqués de Molins. Aguilar Ediciones, sexta edición, Madrid, 1960.
____________, Comedia / Purgatorio, texto original, traducción y prólogo de Ángel Crespo. Seix Barral, Barcelona, 1976.
____________, La Divina Comedia / La Vida Nueva, introducción y comentario de Francisco Montes de Oca. Editorial Porrúa, decimotercera edición, México, 1981 (“Sepan cuantos…” Núm. 15).