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Contrato al que se deberá de sujetar la maestra (1923)

 

1.- No casarse. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si la maestra se casa. 2.- No andar en compañía de hombres. 3.- Estar en su casa entre las 8:00 de la noche y las 6:00 de la mañana a menos que sea para atender alguna función escolar. 4.- No pasearse por las heladerías del centro de la ciudad. 5.- No abandonar la ciudad bajo ningún concepto sin permiso del presidente del Consejo de Delegados. 6.- No fumar. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encontrara a la maestra fumando. 7.- No beber cerveza ni vino ni whisky. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encontrara a la maestra bebiendo cerveza o vino o whiski.

8.- No viajar en coche o en automóvil con ningún hombre excepto con su hermano o su padre. 9.- No usar ropas de colores brillantes. 10.- No teñirse el pelo. 11.- Usar al menos dos enaguas. 12.- No usar vestidos que queden a más de cinco centímetros por encima de los tobillos. 13.- Mantener limpia el aula: a) Barrer el suelo al menos una vez al día. b) Fregar el suelo del aula al menos una vez por semana con agua caliente. c) Limpiar la pizarra al menos una vez al día. d) Encender el fuego a las 7:00 de modo que la habitación esté caliente a las 8:00 cuando lleguen los niños. 14.- No usar polvos faciales ni maquillarse ni pintarse los labios.

Post Data: No sea mujer, sólo maestra

El texto anterior tomado de la revista Corre, Conejo Núm. 43, quince y diario de reflexión, Zacatecas, junio de 2004, p. 14, es un extracto de las condiciones establecidas en un contrato al que se debían sujetar las maestras en 1923. Se trata de una serie de restricciones que la maestra debía cumplir escrupulosamente y la transgresión de cualquiera de ellas implicaba la automática anulación del contrato y la consecuente pérdida del empleo. De la lectura de esas cláusulas se puede deducir que las maestras tenían estrictamente prohibido mostrar ni un mínimo de su femineidad. Eso explica por qué en el recuerdo uno ve a sus antiguas maestras de primaria como si fueran escobas con faldas y con caras de sargentos mal pagados. ¿Cómo íbamos a imaginarnos a tan tierna edad que todo lo que estaban haciendo esas pobres mujeres era cumplir con las exigencias de un contrato que les exigía, en suma, dejar su sexo fuera del aula? / Jesús de León.

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