Cartas de Apolonia
DE RAFAEL A MELCHOR
24 de mayo de 1826, Monclova.
De: Rafael Delgado
Para: Melchor Sanchez Navarro
Mi muy querido padre: naturalmente se resiste mi mano a estampar una noticia funesta; pero me hago violencia, y aun creo está en la órbita de mi deber comunicársela yo, antes de que llegue a oídos de usted por otro conducto, que ciertamente no lo hará con toda aquella efusión de sentimiento que ella se merece.
Eran, en efecto, momentos los alivios de Vicentita, si, mi amado padre, después de la hora que salió de aquí Antonio no sobrevivió más que doce horas, se la llevó Dios para sí, con misericordia lo espero, a la media para la una de esta mañana. Se acabó el objeto amado de toda nuestra familia. Sí, murió mi queridísima Vicentita… Su majestad la haya recibido en su Santo Reino, y se digne darnos su gracia para sufrir con paciencia y llevar con amor suyo un golpe tan terrible como éste.
Mi compadre don Víctor me hizo el favor de encargarse del entierro, que se verificó esta mañana con toda la pompa que permite el lugar. El señor cura ha hecho cuanto ha estado de su parte como lo ofreció.
Mi madre insiste en que usted venga, y si su salud de usted lo permite, no deje de verificarlo, para que dé consuelo a esta casa. Ya veo la dificultad con respecto al asunto pendiente ahi; pero en la primera notificación que se haga, que responda a don Agustin suplicando al presente juez mande suspender todo acto en el asunto hasta que no pasen los nueve días de duelo; entre tanto puede usted venir, y acordaremos lo que se ha de hacer, sirviendo de gobierno, que aunque hubiera podido hacer la representación, no está mi cabeza para más que concluir, pidiendo a Dios conserve la salud de usted como quiere su apasionado hijo:
Rafael
DE APOLONIA A MELCHOR
19 de junio de 1827, San Luis Potosí.
De: Apolonia Beráin
Para: Melchor Sanchez Navarro
Mi estimado Melchor: Recibí la muy apreciable tuya fecha 5 del mismo, a donde me vienes haciendo cargos, que he tomado empeño en quitarte la vida, y haciéndome responsable de los perjuicios que les ocasiono a mis hijos, será como tú lo dices por no estar tan impuestos a fondo de las intenciones de este traidor, no le pido a Dios, otra cosa más, sino que me conceda hablar contigo, y ya ver si materialmente te avergüenzas de haber casado a tu hija con un indecente en su trato y en sus modos de pensar, pues cuando varias personas me preguntan a mí, qué tuvimos cuando dimos nuestro consentimiento para que mi hija se casara con él, no hallo ni que decirles, mira cuan falso y embustero es, pues te acordaras cuando le preguntaste que de cuantos se componía su familia; y te dijo que solamente de dos tias viejas, y para esta fecha ya llevo conocido yo, a medio San Luis de su parentela, y no solo parientes sino también dos hijas, que una de ellas conoces tu también; en fin yo me alegrare que don Pedro Santa Cruz se llegue a ver contigo, quizá le darás mas crédito a lo que él te dijese, pues yo tengo la desgracia de ser mujer, y con esto me conozco infeliz, y sin palabra; siendo todo esto que hecho e incurrido en algún delito, quiero que desde esta instante me apliques el castigo que hallares más conveniente, yo si te podré decir que te he de hacer responsable ante los ojos de Dios, de esto, no como tú me dices que quiero privarte de la vida y hacer infelices a mis hijos, pues yo estoy en la inteligencia, que todas tus esperanzas las fundabas en la habilidad y buena fe de este hombre [Rafael], y dicho Santa Cruz te informará de como el Licenciado Flores le mandó de aquí a Guadalajara, una certificación para que se pudiera licenciar, y al darla dijo este señor que la daba solo para hacerle favor, pues no había estado más que cuatro meses de pasante, y que este corto tiempo no era bastante para poderse recibir de abogado: no puedo decirte más sino que por la que te escribí anterior a esta, y por esta misma, estarás bien impuesto de quien es este hombre, haz lo que a ti te parezca más conveniente, pues el tiempo dicen, es buen amigo y sabe desengañar, y no más.
Tu afectísima
Apolonia Beráin
DE APOLONIA A MELCHOR
San Luis Potosí, 17 de julio de 1827.
Mi estimado Melchor: Recibí tu apreciable que me escribes con Nicolás, fecha 28 de junio y recibí también la del correo ordinario con fecha 4 del presente, de lo que me dices en la primera, te digo que desde que Delgado se separó de mi casa, no permití jamás que los niños lo visitaran y mucho menos que se juntaran con parientes suyos, pues ya te he dicho que no son otra cosa sino unos canallas, ni tampoco permitiría que probasen cosa regalada de mano de ellos, pues estoy bien impuesta de sus perversas y negras intenciones, de lo que me dices en la segunda digo que ya estarás impuesto de que las 50 onzas que le dio a mi hija cuando se casó, las traía en su baúl desde Monclova y luego que se separó de casa empezó a hacer uso de ellas, pues si no hubiera sido por esas onzas no se con que se hubiera sostenido o con que hubiera hecho su viaje al Saltillo.
También recibió él mismo su brasero, sus platos de plata y en fin no quedó aquí en mi poder la más mínima cosa suya. Don Pedro Santa Cruz es un testigo ocular de esta entrega, las gorras que todavía le quedan en nuestro poder, Cárdenas sabe cuáles son, y en donde están, pero no te ocupes en mandárselas que mande él por todo para que le cueste pagar el flete, me dices que si vienes al Saltillo , hay me dirás lo que determines de la casa que ocupa la tía de Delgado, te repito que no quiero que ninguno de sus parientes quede en la casa, yo se que tendrás alguna consideración de la tía vieja por el merito de haber tenido a mis hijos a su cuidado, sin embargo es tan mal agradecida como ese vil. Te encargo que tú te cuides mucho de este traidor mientras estés en el Saltillo, pues ni al principio estás de saber hasta donde llega su perversidad.
No quieras volver del Saltillo para Monclova, los niños deben entrar al colegio el 18 de octubre, que es cuando todos los colegiales que salen a vacaciones entran, y tu puedes estar aquí siquiera un mes o dos antes para que puedas tener alguna comunicación con gentes y no con canallas como son estos.
No hay más que decirte sino que los niños siguen empeñados en sus estudios y yo en su cuidado, te saludan como buenos hijos y dicen que les mandes pasar unos higos de los de Hermanas, para que se los traigan aunque sea pasado, pues los de aquí no sirven, salúdame a todas esas gentes, recibe expresiones de Teodora y yo en unión de toda la familia te deseo una perfecta salud, asi se lo pido a Dios.
Tu afectísima
Apolonia Beráin de Sánchez
DE MELCHOR A APOLONIA
Hermanas, 1 de febrero de 1830.
Polonita: Fue preciso detenerme el día de hoy para que el herrero compusiera el estribo rompido del coche; y que el carpintero engomara las alacenas e hiciera reconocimiento de la madera que le falta para las puertas y ventanas y concluido ya esto me voy mañana si Dios me lo permite.
En efecto que es cosa graciosa y muy peregrina la obrita que ha presentado el maestro Diego, por que el dorado parece que lo puso con los talones, las cortinas y sus ojales como toda la pintura estaba fresca con los pelos o lanas de los sarapes y el polvo del camino, se hizo una mescolanza de negro, blanco y cenizo, que parece demonio: lástima de aceite, lástima de colores, lástima de oro y lástima de tiempo que este buen hombre ha invertido en esta gran porquería.
Acompaño carta para don Juan Flores abierta para que la veas y que del mismo modo la entregues a don Román su hijo con los ciento treinta y siete pesos dos reales valor de la manada asegurándole que no he de ser yo el que le ocasione perjuicios por estos ciento y pico de pesos que asegurados dejé en el Saltillo para el pago de la caballada.
Va también un oficio para al ayuntamiento de Candela contestación del convite que me hacen para las fiestas y diversiones preparadas para el día doce del presente.
Atanacio no aparece y Dios sabe la suerte que habrá corrido la tropa que conducía: tenga buena la sandía que ayer me hallé en la huerta y le remití con el carpintero.
Tu afectísimo
Melchor
PD. No dejes cuando puedas de socorrer con algo al carpintero mudito porque al fin es el mejor oficial que hay y lo habemos menester principalmente para la obra de Hermanas.
DE APOLONIA A SUS HIJOS
Monclova, septiembre 1830.
Mis estimados Jacobito y Carlitos:
Recibí la apreciada de ustedes carta 24 del pasado en donde me dicen no haber recibido carta mía desde hace cuatro correos, ni tenía ánimos de que la hubieran tenido si no fuera ahora por la necesidad de decirles que de ninguna suerte tienen que venderle el arte explicado que solicita el padre porque aún cuando a ustedes no le sirva por su poca aplicación que hasta ahora han tenido, habrá otros por aquí que podrán hacer uso de él y ustedes vendrán a hacer con los azadones y las hachas, por que han dado pruebas de que su aplicación ha sido muy poca o ninguna; pero ustedes se acordarán de mí en cuanto se vean con su cotón de jerga haciendo las funciones de un sirviente, una vez que la carrera que se les dio la despreciaron.
Esto, es lo que yo les digo, falta lo que su papá de ustedes tiene que decirles todavía en punto a esto, el que lo hará de palabra luego que los vea en el Saltillo; ahora no lo hace por hallarse en la hacienda en las trasquilas el que va con ánimos de traérselos a darles estos destinos que les he dicho, tan honrosos y así vuelvo a repetirles que el Arte explicado se lo traigan ustedes consigo y no ocurriendo por ahora otra cosa adiós les dice su invariable mamá:
Apolonia Beráin de Sánchez Nava