Nuestra Señora de San Juan del Carrizal
de la Nueva Tlaxcala
Meynardo Vázquez Esquivel*
Pueblo de Indios en el Nuevo Reino de León
EL ESCENARIO DE LOS ACONTECIMIENTOS
Hacia el primer tercio del siglo XVII, la ciudad de Monterrey en sus términos hacia el norte, conserva el valle de las Salinas dentro de su jurisdicción. Este territorio, a finales de la tercera década del referido siglo, registra un notable incremento en las actividades mineras, agrícolas y ganaderas, propiciando un aumento poblacional; de San Francisco (Mina) hasta el carrizal (Marín) la ribera del río Pesquería Grande registró un notable número de asentamientos, algunos como el que aquí abordamos no lograron consolidarse; sin embargo dieron paso al establecimiento de otros de larga existencia.
Previsor, Martín de Zavala, gobernador del Nuevo Reino de León —de 1626 a 1664— ordenó las gestiones correspondientes para otorgar jurisdicción, tanto a la villa de Cadereyta que refundó en 1638 y había dejado sin definir su jurisdicción, como a la nueva alcaldía que pretendía instalar en el valle de las Salinas. El licenciado Juan de Sigüenza, abogado de la real audiencia de la Nueva España, presidió las diligencias que definieron y otorgaron la dotación para el territorio jurisdiccional de las nuevas alcaldías mayores.[1]
Ese año de 1638, el valle de las Salinas obtiene su jurisdicción delimitada; sin embargo, será hasta el 1º de octubre de 1646 cuando el gobernador de Zavala entregue el primer título de Alcalde Mayor del Real de minas de San Nicolás en el Valle de las Salinas, al capitán Francisco Báez de Benavides. Sólo a partir de entonces sus vecinos ejercerán cargos de república.[2]
Las huellas tlaxcaltecas en la historiografía de Nuevo León nos condujeron al eminente Doctor Gonzalitos. Don José Eleuterio González publica en 1877 sus Apuntes para la Historia Eclesiástica… Allí, entre otros temas, refiere e incorpora a los anales de la historia regional la existencia del primer pueblo de indios. Escribe: “en 1685 vino de gobernador el marqués de San Miguel de Aguayo (…) este mismo marqués fundó, con indios Tlaxcaltecas, el pueblo de Nuestra Señora de San Juan, en 16 de mayo de 1687. Este pueblo ya no existe y estaba en las inmediaciones de Santa Elena”.[3]
Santiago Roel, en sus Apuntes Históricos de Nuevo León, publicados por primera vez en 1938, sugiere un lugar distinto para el asentamiento tlaxcalteca, ubicándolo en Higueras, anota: “(…) D. Agustín Echever y Subízar, marqués de San Miguel de Aguayo (…) En su tiempo (…) fundó el pueblo (…) titulado Nuestra Señora de San Juan, frente al cerro de Camaján, en la hoy municipalidad de Higueras; pero este duró muy poco tiempo”.[4]
Al no citar fuentes, los autores dejan al libre albedrio sus dichos. Eugenio del Hoyo[5] al referir dicho pueblo cita a Gonzalitos. Israel Cavazos[6] por su parte, cita a Santiago Roel. Estos diferendos, aparentemente de poca monta, al paso del tiempo adquieren simpatizantes que, sin documentar o recoger evidencia histórica o arqueológica, construyen sobre ellos nuevos imaginarios. La cronista de Higueras, Leticia Esther Montemayor Villarreal, al referirse al pueblo tlaxcalteca, sin citar a Roel ni fuente documental alguna, ubica el pueblo de indios tlaxcaltecas en Higueras “en la ribera del río Pesquería, frente al cerro de Camaján”. Continúa: “quedó despoblado, a finales del siglo XVII, pero se volvió a fundar a principios del siglo XVIII (…) en el lugar donde hoy se juntan la arroyos de Ramos y Caja Pinta”.[7]
El prevalecer, en la historiografía regional, lo asentado por Roel sobre el sitio de asiento del pueblo Tlaxcalteca puede estar asociado al número de ediciones y de ejemplares que circulan del libro Nuevo León, apuntes históricos. En poco más de cuatro décadas, esta obra suma diez ediciones. En la de 1980, se lee en el colofón: “el tiraje fue de cincuenta mil ejemplares”.
En contraparte, la obra referida del doctor José Eleuterio González se publicó un par de veces en el siglo xix, sus Apuntes para la Historia Eclesiástica, publicados en 1877, los incorpora a su Colección de Noticias y Documentos para la Historia del estado de Nuevo León, 2° ed. 1885. En la década de los setenta del pasado siglo, la uanl realizó una modesta reedición de su Colección de Noticias y Documentos para la historia de Nuevo León.
LOS TLAXCALTECAS: PROTAGONISTAS DE ESTA HISTORIA
Sabemos que la conquista de México-Tenochtitlán por parte de los peninsulares contó con el apoyo de naciones indígenas descontentas o enemigas del imperio azteca. Entre los aliados de los conquistadores se encontraba el pueblo Tlaxcalteca; su participación fue reconocida en la conquista y triunfo de los ejércitos de Hernán Cortés contra el imperio Mexica. Esta nación indígena no será la única pero sí, la aliada más sobresaliente en el avance conquistador y fundacional español hacia el norte de la Nueva España.
Por servicios prestados a la corona española, Los laxcaltecas fueron, por derecho del rey Felipe II, asimilados a los conquistadores, obtienen Cédula Real que les otorga derechos entonces sólo autorizados a los peninsulares. La decisión del monarca es ejecutada por Luis de Velasco, virrey de la Nueva España. Estas prerrogativas se conocen como Capitulaciones del Virrey Velasco favorables a los Tlaxcaltecas para que emigren hacia el norte a fundar pueblos y ayuden a reducir a los chichimecas.[8]
Entre los privilegios que los Tlaxcaltecas obtienen destaca el que (…) sus subcesores y desendientes de mas de ser hidalgos e libres de todo tributo alcabala e servicio personal (…) gozen todas las libertades exsenciones e privilegios (…) puedan tener e traer armas y andar a caballo ensillado sin incurrir en pena. (…) e fundar e formar pueblos.[9]
En 1591, al amparo de dicha capitulación, ochenta familias Tlaxcaltecas emprenden un largo viaje, trasladándose de su lugar de origen a territorio del valle del Saltillo, y fundan la Villa de San Esteban de la Nueva Tlaxcala. Buena tierra, agua suficiente y su destreza en el trabajo agrícola generaron un excedente propicio para lograr un considerable aumento demográfico. Ello propició que En el otoño de 1674, (…) su población había aumentado de ochenta familias [sic] a más de quinientas desde su fundación, y que ya no había suficiente tierra ni agua para sus necesidades en expansión.[10]
Ante tal circunstancia, el futuro de las nuevas familias Tlaxcaltecas no tiene más destino que volver a emigrar. Su rumbo continuará siendo el norte. Se decía entonces que en esa dirección abundan los metales de buena ley; aunque a decir de las noticias de la época lo que abundaba era indios naturales, identificados generalmente como chichimecas, dueños de montes y ríos, con una continua y amplia movilidad estacional, indómitos, belicosos y dispuestos a morir antes que someterse al conquistador intruso y violento.
Las familias tlaxcaltecas que demandan tierras para su cultivo y sustento, organizan su desplazamiento desde san Esteban de la Nueva Tlaxcala, primero acompañando el avance fundacional de los peninsulares rumbo a la Coahuila. Otros grupos acompañarían a los franciscanos en el establecimiento de misiones tierra adentro. Los Tlaxcaltecas son el arma suave que utilizará la corona para someter a las numerosas bandas de indios naturales o chichimecas, arma suave que genera textiles, cerámica, adobes, que labra la madera, cría ganado y sabe hacer producir abundantemente la tierra.
Un rasgo sobresaliente o de aprendizaje, que demuestran los Tlaxcaltecas, es hacer valer los privilegios concedidos por la corona y, por lo tanto su disposición a emigrar por su cuenta, sin los religiosos ni peninsulares de por medio. Este dicho queda de manifiesto cuando, en quince días del mes de mayo de 1686, ante el gobernador y capitán general del Nuevo Reino de León don Agustín de Echeverz y Subiza, marqués de San Miguel de Aguayo y caballero de la orden de Santiago, se presentan siete vecinos del pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, dirigidos por Felipe de Jesús, y solicitan al gobernador del Nuevo Reino un puesto que llaman el carisal para poblar las dichas tierras questan Bascas y despubladas y nos de licencia Vuestra Señoria en nombre de su Magstad el Rey nuestro Sr y siavxilio a Vss° para la dha poblason que tengo determinado a ser con los demas pobladores y compañeros mios que son los siqientes domingo ramos y Antonio ramos y Bernabe Pascual todos con sus mugeres y sus yijos Yo como hijo que soy i desendiente de los pobladores que fueron deste dicho pueblo de San esteban de Tlascala hahuelos y padres mios y desendientes mios piden de Vss° me de yanpareen los privilegios que tienen los Pobladores de nuebas tierras con todo lo nesesario ha ellas y lo pido y suplico en nombre de su magestad el Rey nuestro Sr el que no ayga personas que nos perturven, como son españoles y esto le pedimos y suplicamos Vss° interponga su avxilio y anparo para vien nuestro que se nos conceda todo nesstta [ilegible] Phelipe de Jesus, Capitan Bernabe Gonsales, Domingo rramos, Antonio rramos, Bernave Pascual, Melchor rramos, Santiago Jose, Felipe.[11]
Agustín Echeverz y Subiza, antes de obtener el título de gobernador del Nuevo Reino de León, había ejercido el de protector de los indios Tlaxcaltecas y Huachuchiles en el pueblo de San Esteban del Saltillo [sic], en la Nueva Vizcaya.[12] Ello pudo influir en la respuesta inmediata y favorecedora que ofreció a los indios solicitantes: (…) que busquen el puerto mas a proposito que les paresiere para fundar el pueblo que pretenden, que tenga las comodidades necesarias para su permanencia y haviendo hallado ocurran ante su señoria pidiendo mas en forma lo que les convenga con numero determinado de las familias que han de poblar y los aperos y las demas cosas nesesarias a dicha poblacion, con cuia propuesta se determinara con mas ampliasion lo que sea en maior aumento que en todo aquello que fuese de su maior alivio su señoría coadiubara para su permanencia y ninguna persona les impida con ningun pretexto la execucion de lo aqui contenido, pena de que se procedera contra quien de ello contradiciere (…). El marqués de San Miguel de Aguayo, testigo Juan Bautista Chapa.[13]
Se deduce que, para entonces, los peticionarios conocían palmo a palmo la región, incluidas las tierras solicitadas; por ello, eligieron lo que consideraron el mejor sitio para fundar su pueblo y lo hicieron, bajo la advocación de Nuestra Señora de San Juan. Se comprometieron con el gobernador a hacer iglesia, casas, huertas, sembrados y realizar crías de ganado.
El paraje elegido era donde un Juan Hernández había dejado abandonadas una acequia y cuatro caballerías de tierra cercanas al río de la Pesquería grande. Allí era conocido como “lo de Juan Hernández”. En ese lugar asentaron la población, al sur del río arriba señalado, al noroeste del camino real, conocido también como el paso de las carretas, camino que venía de Monterrey, seguía rumbo a la hacienda del Carrizal y de allí a Cerralvo.[14]
Las familias tlaxcaltecas iniciaron la instalación de su pueblo en febrero de 1687, diez meses después de haber recibido autorización para instalarse, argumentaron en su demora: enfermedades y otros inconvenientes que se les ofrecieron e informaban al gobernador que emos estado sacando una acequia para poder principiar la fundación de nuestro pueblo (...) pedimos y suplicamos sea servido de meternos en la posesion y se amojonen y señalen de términos (...) sea Vs° serevido de darnos algunos alivios de rejas, azadones y unos bueies, y maíz para semilla para este principio (…) en el dicho puerto que llaman de Juan Hernandes (...) con la advocación de nuestra señora de San Juan (…) por ser los contenidos de esta dicha petición gente política y de buenas costumbres atraerán a los indios chichimecas naturales de este reino a que se les agregen y vengan en conocimiento de nuestra santa fe católica (…).[15]
El alcalde mayor del real y valle de las Salinas Diego de Villarreal, en cuya jurisdicción se asentaba la naciente población, otorgó posesión de dicho pueblo, tierras; y territorio de dos leguas**. El 12 de mayo del 1687, aclaraba que el territorio otorgado serían solo de dos leguas, los contenidos pretenden se les de dos leguas por cuadro que vienen a ser ocho leguas en circuito (…) alegan que han de venir a avecindarse más de dichos quince vecinos, (…).[16]
Efectivamente, como asienta Gonzalitos, el 16 de mayo de 1687, Diego de Villarreal toma protesta a Juan Bautista Chapa como medidor nombrado por corresponderle realizar el deslinde y amojonamiento del pueblo de Nuestra Señora de San Juan del Carrizal (…) y habiéndose prevenido un cordel con una vara castellana de a cuatro cuartas midió en mi presencia (…). Se tiraron cuatro cordeladas de 7,072 varas***. Echo la primer cordelada orillas del río y se fueron así rumbo al norte pasando en cercanía de la casa tiene cerca del río Juan de las Casas (…) como media legua de las lomas que forman el puerto de Camahan digo por donde se va a la mina deste nombre (…). Igual distancia se midió al oriente 7, 072 varas, al sur se completaron hasta el río de la Pesquería Grande 5,500 varas. Las restantes 1572 se midieron atravesando el río que fue donde quedó asentada la población, que aun hoy podemos ubicar en el plano de Nuevo León de 1906, y en un plano del municipio de Zuazua realizado por el ingeniero David del Pozo, sin fecha.[17]
Un error del escribano en la descripción de la primera cordelada, provocaría que don Santiago Roel, tomando textualmente la primera línea de la descripción, dedujera que el pueblo Tlaxcalteca tendría su asiento en lo que hoy es Higueras.18 El escribano anota: como media legua de las lomas que forman el puerto de Camahan, media legua del puerto de Camahan nos ubica frente al actual Higueras, sólo que el escribano corrige sin embadurnar el papel, él corrige escribiendo y continua (…), digo por donde se va a la mina deste nombre (...), probablemente don Santiago no continuo leyendo, como sí lo hizo Gonzalitos y consignó sólo la primera línea. Con lo anterior concluimos el asunto de la ubicación del referido pueblo tlaxcalteca, por cierto fundado antes que el de San Miguel de Aguayo, actualmente Bustamante.
Los tlaxcaltecas que fundan el pueblo de Nuestra Señora de San Juan del Carrizal enfrentarán obstáculos para instalarse. Mencionamos al inicio de este ensayo que este valle registraba un desarrollo significativo en la economía del nuevo reino. Los descendientes de los primeros colonizadores y fundadores del Nuevo Reino poseen aquí extensiones de tierra, para cultivos o como estancias para el ganado. Sus vecinos españoles, de quienes piden protección a su mentor el marqués de Aguayo, rodean su pueblo. Para cuando terminan de instalar el pueblo el gobernador su protector se está despidiendo u cediendo su cargo. El pueblo se mantiene durante veinte y ocho años, permanentemente sus vecinos son señalados de indios advenedizos que vienen a despojar a los verdaderos hijos de los primeros fundadores de este reino de las tierras que les pertenecen.
Antes de fundar el pueblo existe una disputa con Juan de la Casas, toda vez que éste había pedido las tierras de lo de Juan Hernández cinco años atrás a don Juan de Echeverría gobernador del reino. Juan de las Casas, como cualquier otro vecino de la época, sabe y supo que la fundación de villas o pueblos deja sin efecto las mercedes otorgadas. Su disgusto lo sobrelleva al obtener un surco de agua de la acequia que los indios habilitaron.
El acoso no cesa. El alférez Joseph de Ochoa acusa a los indios de estar excedidos en cantidad de tierras, además de señalar que no son indios naturales y que sólo les debe corresponder una legua por viento para su pueblo, como lo mandan las ordenanzas. Ante las quejas constantes de que el pueblo se encuentra permanentemente abandonado, el gobernador Juan Pérez Merino ordena se realice vista de ojos, llevándose a cabo el 9 de octubre de 1695, sólo para constatar que los indios se encontraban con sus familias, con sus parcelas cultivadas y que la iglesia tenía diez y nueve morillos.[19]
En 1715, el licenciado Francisco Barbadillo y Vitoria arriba al Nuevo Reyno con la encomienda de resolver el grave estado de los indios en congregas; sabedor de las medidas que hay que tomar, pide a los vecinos del Pueblo de N.S. de San Juan lo acompañen y funden el pueblo de Nuestra Señora de la Purificación en el valle del Pilón, e integrar allí parte de los cientos de indios naturales rescatados de las haciendas. Para 1749 aún se encontraban los tlaxcaltecas en el pueblo de Purficación.[20]
¿Desapareció el pueblo Tlaxcalteca? No. Sólo cambió de nombre y de habitantes. El 9 de febrero de 1716 un grupo de veinte y ocho españoles encabezados por el capitán Diego González, denuncio las tierras que los indios dejaron desmanteladas: que eran las que con título para fundar de pueblo de Nuestra Señora de San Joan de la nueva Tlaxcala tenían pobladas en las orillas del río destas Salinas(…) la cual villa pretendemos fundar sin gasto para la real hacienda y pondremos por nombre San Joan.[21]
El 4 de marzo de 1716, aparece autorizada por el gobernador Báez de Treviño la fundación de La Villa de San Juan, en el carrizal, en el valle de las Salinas, en territorio del hoy municipio de Zuazua.
NOTAS
1 Archivo Municipal de Monterrey (AMM). Actas de Cabildo. No. 2, febrero 1638, No. 7 y 8 de marzo 1638. Véase La Enciclopedia de Monterrey. Tomo i. Una ciudad con memoria. pág. 53-57. Milenio Diario de Monterrey. Multimedios. Segunda edición, 2008.
2 AMM. Ramo Civil, vol. 6, exp. 34, folio 15, no. 13.
3 Apuntes para la Historia Eclesiástica de las Provincias que formaron el obispado de Linares. Desde su primer origen hasta que se fijo definitivamente la silla episcopal en Monterrey, recogidos y ordenados por José Eleuterio González, (Edición Oficial). Monterrey, Imprenta del gobierno en palacio a cargo de Viviano Flores, 1887, pp. 46-47.
* Santa Elena, nombre antiguo del actual municipio de Zuazua, se titula así al independizarse de Marín.
4 Nuevo León, Apuntes históricos, licenciado Santiago Roel, Ed. Castillo, Monterrey, 1980, p. 45.
5 Eugenio del Hoyo, Historia del Nuevo Reino de León (1577-1723), Ed. Al Voleo, México 1979, p. 451.
6 Israel Cavazos Garza. Personajes de Nuevo León (y algunos de otras partes) Perfiles Biográficos. Ed. UANL, Monterrey, 2009, p. 70.
7 Biblioteca Milenio del Bicentenario, Nuevo León a través de sus municipios, Tomo II, pp. 294-313, primera edición, 2010.
8 San Esteban de la Nueva Tlaxcala Documentos para su historia. 1591-1991, IV Centenario del Arribo Tlaxcalteca al Valle del Saltillo, Investigación y paleografía, Carlos Manuel Dávila Valdez e Idelfonso Dávila del Bosque, 219 páginas y dos anexos, Saltillo, Coahuila, febrero de 1991, pp. 49-57.
9 Íbidem, pp. 52-53.
10 Adams B. David, Las Colonias Tlaxcaltecas de Coahuila y Nuevo León en la Nueva España, edición del Archivo Municipal de Saltillo, R. Ayuntamiento de Saltillo, 1991-1993, Saltillo, 1991, p. 113.
11 AMM, Ramo Civil, Volumen 22 expediente 8, fol. 7.
12 Cavazos Garza Israel, Personajes de Nuevo León (y algunos de otras partes), Perfiles Biográficos, Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, 2009, pp. 69-71.
13 AMM, Ramo Civil, Vol.22, Exp. 8, fol. 7.
14 Herrera Octavio. El Noreste Cartográfico. Configuración Histórica de una Región. Fondo Editorial Nuevo León, 2008, pp.153 y 285. AMM, Ramo Civil, volumen 14, expediente 16.
15 AMM, Ramo Civil, volumen 22, expediente 8, fol. 12.
16 Íbidem.
** Una Legua equivale a 4, 190 mts, Boletín del AGNL, Volumen 1, No 4, pág. 29.
*** Una Vara equivale a 0.838000 mts. Ibídem.
17 Op. cit. Herrera Octavio, p.285. AGNL, Mapoteca histórica, Plano 250, Zuazua. ESC. 1:1000 000. 47.4 x 33.2 cms.
18 Roel Santiago, Nuevo León, Apuntes históricos, 3ª ed. Monterrey, 1948, p.41.
19 AMM, Ramo Civil, volumen 22, expediente 8, fol. 13.
20 Valdés Dávila Carlos Manuel, Dávila del Bosque Idelfonso, Los Tlaxcaltecas en Coahuila. Biblioteca Tlaxcalteca. Fuentes documentales, Gobierno del estado de Coahuila, 1999, pp. 189-190.
21 AMM, Protocolos, volumen 10, exp. 1, folio 18.
* Meynardo Vázquez Esquivel, guionista y director originario de Villa de Santo Domingo, SLP, reside en Monterrey desde los cuatro años. Licenciado en Historia por la UANL, trabajó como investigador en la Oficina de Investigación y Difusión del Movimiento Obrero (OIDMO), en el Archivo General del Estado de Nuevo León (AGNL). Desde 1987 es investigador en la UANL, colaborador en periódicos y revistas locales y nacionales; dirigió la revista de historia Actas de la UANL (2000-2003). Fue director de investigación y evaluación en el Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe (CREFAL). En 2006 coordinó la retrospectiva "Imágenes históricas de Michoacán", en el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia. Ese mismo año realizó, en Pátzcuaro, Michoacán, el documental "Memoria viva del CREFAL". Es autor de varias obras de historia regional.
Lienzo de Tlaxcala. Detalle, 1552.
Testimonio de la fundación del pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, en 1591. Documento del Archivo Municipal de Saltillo. AMS, PM, c 1, e 3, 20 f.
Mapa con las provincias de la Nueva España. Al centro, y resaltado en verde, el Nuevo Reino
de León, 1822. Autor: Henry S. Tanner. Colección de David Rumsey.